sábado, 17 de diciembre de 2011

Evangelio del día




En aquel tiempo
un joven se acercó a Jesús
entre a turba.
Por sus ropas y el uso de su hablar
supieron todos que era de otra tierra.

—Señor, ¿qué haré
para salvarme?

—Sé puro.
(¡Oh, lecho sosteniendo barro y llama,
airadas ingles,
lucha sin fin; azada y cúpula!).

El joven contestó:
—Señor, soy puro; ¿basta
con eso?

Y Jesús: —Deja
tus riquezas y sígueme.

(¡Palacios, terciopelos y jardines,
vino en cristal tallado,
joyas para el honor o la delicia,
seguridades de color púrpura!).

Y el joven contestó:
—Soy rico, pero todo
lo dejaría, bien lo sé, por Ti.

Jesús
lo miró dulcemente.
Le preguntó:
—¿En qué país
naciste?

—Señor —respondió el joven—,
nací en España.

Y Jesús: —Deja a España
y sígueme.

(¡La estrella, el patio y el silencio,
la roca entre el olor de la maleza,
la piel herida de la madre,
la entraña y la esperanza y el clavel,
llaga de amor con desamor basada,
patria de fe, glorioso madero!).

El joven
volvió sobre sus pasos,
bajó la frente y empezó a llorar.

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