lunes, 27 de febrero de 2012

A Juan Belmonte




Yo canto al varón pleno,
Al triunfador del mundo y de sí mismo
Que al borde −un día y otro− del abismo
Supo asomarse impávido y sereno.
Canto sus cicatrices
Y el rubricar del caracol centauro
Humillando a rejones las cervices
De la hidra de Tauro.
Canto la madurez acrisolada
Del fundador del hierro y del cortijo.
Canto un nombre, una gloria y una espada
Y la heredad de un hijo.
Yo canto a Juan Belmonte y sus corceles
Galopando con toros andaluces
Hacia los olivares quietos, fieles,
Y –plata de las tardes de laureles−
Canto un traje –bucólico− de luces.

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