miércoles, 30 de enero de 2013

GABRIEL ARESTI, 1981



Seis años y tu verbo sigue dentro del mío
precisando las voces de este mundo en acecho.
Padre bronco, me diste la tormenta por techo,
la intemperie por muro y por predio el baldío.

Seis años hasta darte mi epitafio tardío,
largamente fraguado en el hondo despecho.
Sobre el erial cernías el vuelo insatisfecho,
gavilán de tiniebla, centinela sombrío.

Me legaste el destino del lobo solitario,
la desazón extrema, la amargura sin tasa
y la acerba certeza de no ser necesario.

Que en el yermo en cenizas no me falte tu brasa.
Que me acosen los perros por guardar tu expoliario.
Que me encuentre la muerte defendiendo tu casa.

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