lunes, 3 de febrero de 2014

El sembrador




EL SEMBRADOR
Es la hora solemne del crepúsculo.
Bajo la parra del portal sentado,
miro el fulgor postrero que ilumina
los últimos afanes del trabajo.
.
En la tierra, que tornan renegrida
la sombra nocturnal y el corvo arado,
conmovido contemplo a un achacoso
sembrador que á los surcos lanza el grano.
.
Sobre el mudo horizonte se destaca
el escueto perfil de aquel anciano,
que deja ver, al rayo del poniente,
sombra en sus ojos y en su cuerpo harapos.
.
Y siento, al ver cuál lanza la futura
mies bendecida entre los surcos anchos,
la fe, la fe profunda que él abriga
en el útil transcurso de los años.
.
Recorre la llanura ilimitada,
pasa, vuelve, prosigue. Los puñados
lanza, y torna á lanzar, de la simiente
entre la vaga oscuridad del llano.
.
Y yo, mudo testigo, lo contemplo
y medito á la vez...La noche en tanto
confunde, al empañar los horizontes,
la negra tierra con el negro espacio.
.
Y parece que el viejo pensativo,
al extender con majestad la mano,
arroja al infinito la semilla
que en el surco del cielo son los astros.

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