lunes, 9 de junio de 2014

Demoradamente







Me voy a demorar aquí hacia los fugaces días;
contra tanto saqueo voy a ofrecer resistencia,
elevar un rumor de abejas que confundan;
bien quisiera un agosto desmedido,
el saber de los abrazos que repiten en el encuentro,
en las esquinas del tiempo.

Y voy a estar en las prórrogas del calendario grande.

¿A donde lleva el olvido los distintivos del corazón,
las grandes causas?
¿Qué espejo entierra tanto?
¿Qué censo no deja constancia de los que sobrevivieron?
¿Quien ha borrado los pronombres?

¿Con qué desolación visita el tiempo
y repara en la honra, en los recados de los sábados,
en las rosas de puntual aparición, en las tizas
de fijar el pájaro en las pizarras,
en la brasa que encontramos en el 
centro de la ciudad;
aquel amor confuso parecido a la tristeza;
miradas de ojos bajos...?

¿Qué cruzadas tormentas golpean estos muros?
Voy a quedarme a repasarlo todo,
a ser la luz vigía, a mirarlo otra vez,
a repetir los nombres, a decirlos despacio,
a sacarlos del error de su muerte,
a respirar con ellos,
a alentar una flor por encima de la estación festiva
y tan mortal un marzo de alta lámpara.

Voy a vivir en esta casa mientras perdure
el pan de tu memoria. 

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