miércoles, 3 de septiembre de 2014

A la orilla del arroyo III




III 

-Si no te placen las flores,
vente conmigo siquiera,
y allá, bajo las encinas,
sentadicos en la yerba,
contaréte muchos cuentos,
contaréte cosas buenas.
-Pues eso menos me place,
porque el cura de la aldea
no quiere que con mancebos
vayan al campo doncellas.–
Tal dijo la pastorcica
y no pude convencerla
con estas y otras razones,
con estas y otras promesas.
Partíme desconsolado,
y prorrumpiendo en querellas
lloré por la pastorcica
que sin darme otra respuesta,
siguió a orilla del arroyo
entre enojada y contenta,
lavándose las sus manos,
peinándose las sus trenzas.

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