martes, 9 de septiembre de 2014

La Literatura









–Déjalo todo, y sígueme.
Colgaba desde el cielo
un manojo de dátiles maduros.
Y los quiso.
              Pero quiso también
cuidar al gato romo,
deshojar las traviesas
del oro de los puentes,
darle cuerpo a un tullido,
ponerse en la cintura
un mirlo de satén...
                        Y levantar las hojas
de hierro de la casa,
y mullir las ventanas
con un hilo de abril.
–Déjalo todo, y sígueme, le dijo Jesús al joven rico.
Pero estaban la madre, las heridas,
la luna como un plato,
las moscas, las sirenas, el mantel...
Ahora sólo los dátiles, cumplidos,
todavía en el cielo.
Y no hay tiempo.
Y es tan tarde y nos llueve.
–Déjalo todo. Sígueme.
Y tal vez no haya dátiles,
ni estrella, ni cielo,
ni jardín.

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