INSINUACIÓN |
Oh, ven, ven, ¿a qué esperas?
Los árboles te llaman agitando sus miembros infinitos. La tierra abre sedienta la boca, y modifica la incómoda postura de sus muslos. Sus párpados entoldan los tejados. Alborotan los niños de la escuela. Se hace más tersa y suave la mejilla frutal de las mujeres. Y acarician mi frente anubarrada, barriéndola de duros pensamientos los plumeros de seda de la brisa. Oh, ven pronto a adormecer -silencio- nuestros sueños, contándoles tu historia sin sentido, tan casta y voluptuosa, toda de besos mudos y calladas sorpresas. |
miércoles, 5 de noviembre de 2014
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