sábado, 24 de enero de 2015

Debajo de la concha rosácea





Debajo de la concha rosácea de molusco brillante, de puntas escabrosas, debajo de la suave y venenosa escama de lagarto, debajo de la beatífica gris y púrpura llena de ácaros , debajo de la viscosa y dulce transparente, del talco enmohecido, de la grasa animal, ahí
brota mi sangre.
Sucia y resplandeciente.

Padre obrero de las fábricas de la paciencia
padre en cuyos ojos crecen las flores del invierno

en mi retina duerme un millón de cadáveres. Vientres abiertos debajo de la tierra ansiosos de grasa y pan. Y el anhelo de soñar con caballos.

Subo sobre su grupa invisible. No galopo.

De La pecera subterránea (Amargord ediciones, 2011)

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