jueves, 17 de diciembre de 2015

La Muerte








Se me irá en el aliento final
lo que tenía de hombre vivo y de luz.
Y seré, si seré todavía unas horas.
Esas horas de llanto, de los otros, distantes.

Después, solo, en la nada,
entre el pino teñido
de nogal o de cedro,
comenzará la lenta tarea de quitarme
la frágil envoltura de los huesos.

Es lento ese trabajo.
La boca del insecto es muy pequeña,
pero certera y justa.
Por lo demás no hay prisa.
Nadie espera a los muertos
mientras crecen.
Tan sólo Dios los mira.

No hay comentarios:

Publicar un comentario